Fuego, Humo y Sabores: Unión de San Martín de los Andes y la Región de los Ríos
Por Raúl Gustavo Paredes
La reciente edición de la Feria Fuego, Humo y Sabores, realizada en San Martín de los Andes, fue un verdadero homenaje a la cultura gastronómica de la región andina. Este evento no solo reunió a destacados chefs y productores locales, sino que también tuvo un componente internacional con la participación especial de la Región de los Ríos, invitada de honor a través de Sernatur y una destacada delegación de empresarios y educadores del turismo.

Recibir la invitación para participar en la Feria Fuego, Humo y Sabores en San Martín de los Andes fue, sin duda, una gran experiencia en mi carrera como docente y chef. Saber que representaría no solo mi profesión, sino también a la Región de los Ríos , era un honor y una responsabilidad que asumí con entusiasmo.

Desde el momento en que llegamos, luego de un paisaje conmovedor, la energía del evento era contagiosa. El aroma de las brasas encendidas, el humo envolviendo las preparaciones y los sabores vibrantes de cada rincón del recinto transformaron el lugar en un verdadero santuario culinario. Como parte de la delegación de la Región de los Ríos, convocada por Sernatur, tuve la oportunidad de compartir nuestra rica tradición gastronómica y educativa con un público ávido de aprender y disfrutar. Me llenó de orgullo mostrar cómo los ingredientes que nos regala nuestra tierra pueden ser transformados en platos que no solo deleiten el paladar, sino que también respeten el medioambiente y nuestras raíces. Fue emocionante ver cómo tanto profesionales como aficionados se interesaban por estas ideas, tomando notas y haciendo preguntas que mostraban su genuino interés por el oficio.

El intercambio cultural fue otro de los aspectos más enriquecedores de la experiencia. Mientras presentaba nuestras preparaciones también tuve la oportunidad de probar las creaciones de chefs de otras regiones. Cada plato contaba una historia, y cada conversación se convertía en un puente entre nuestras culturas.




Lo que más me marcó fue la conexión con los jóvenes que se acercaron a preguntar sobre el mundo de la cocina profesional. Como educador, siempre he creído que la cocina es mucho más que recetas; es una herramienta para transformar vidas. Poder compartir mi experiencia con ellos, motivarlos a explorar su pasión y ver en sus ojos el mismo fuego que me impulsa, fue profundamente inspirador.





Al cierre del evento, mientras miraba las brasas apagándose y sentía el eco de las risas y los aplausos que llenaron esos días, supe que esta feria había sido mucho más que un encuentro gastronómico. Fue una celebración de nuestra identidad, un espacio de aprendizaje mutuo y una oportunidad para reafirmar que la cocina, más que un oficio, es una forma de vida.

Regresé a casa con el corazón lleno de gratitud, nuevos aprendizajes y una renovada inspiración para seguir enseñando y cocinando, sabiendo que cada plato que preparo y cada estudiante que formo lleva consigo un pedacito de nuestra historia y nuestras raíces.